Cuando hasta en la propia iglesia se deshacen de sus ataduras más conservadoras, quiere decir que el cambio que se produjo hace ya casi un año, no era tan aleatorio como algunos se han cansado de denunciar, sino que era algo larvado en todos los estamentos de la sociedad.
Algunos comentaristas de la cadena de los obispos tendrán que comenzar una rígida dieta de fibra y ciruelas si aspiran a hacer pasar sus desechos por el agujero que les ha debido de quedar tras la reducción de tamaño que les ha tenido que producir esta noticia.
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