9.6.05

Europa y Naiara

Fruto quizás de no tener cubiertas de forma óptima todas las necesidades, de la velocidad a la que se mueve la sociedad del siglo XXI y, de la propia inseguridad que nos “obliga” a resultados inmediatos, los europeos nos estamos radicalizando, lo que nos puede llevar, si alguien no se encarga de “reeducarnos”, a ser unos caprichosos y no acabar sabiendo cómo nos podemos mover por el mundo a causa de nuestra propia soberbia.

Desde una perspectiva histórica, podríamos decir que Europa es todavía una niña que apenas comienza a hablar y, aunque sabe lo que quiere, no es capaz de pronunciar con acierto su necesidad. Me recuerda a Naiara, mi hija de 20 meses.

Desde que nació todo han sido atenciones hacia ella, cuidados intensivos, un ejercicio de ir conociéndonos uno a otro, muchas alegrías y alguna noche sin dormir, entrenamiento mutuo en definitiva. Si usted tiene un hijo, seguro que sabe de lo que hablo.

Ya camina sola, pero está en esa edad en la que precisamente, porque comienza a andar, no puede hacerlo sin una constante vigilancia por parte de “los mayores”. Estoy convencido de que algunas veces le molesta el que no le dejemos cruzar sola la calle, o subirse a ciertos lugares –por un peligro que intuimos aunque quizás no sea real y del que es muy posible que supiese salir airosa. Los niños son increíbles.

Se nota que sabe lo que quiere y comienza a pedirlo a su manera: salir a la calle, comer galletas o chocolate, el chupete, ver el DVD de “chuski-chaski”, no irse a la cama, ....

¿Puede un padre responsable acceder a todos sus caprichos? Los pedagogos lo tienen muy claro: NO. Hay que marcar unos límites que se han de ir abriendo con el tiempo obviamente, pero cuando esté preparada para asumir las responsabilidades que ello puede comportar, o cuando esté lo suficientemente madura para que los posibles efectos negativos no sean tan nocivos como en esta etapa del desarrollo.

Ella sabe lo que quiere, pero su madre y yo en estos momentos somos los responsables de su evolución como persona y creemos saber lo que le conviene. ¿ha de salir a la calle siempre que quiera –inconsciente como es de temas tales como la climatología y los efectos para la salud, o de los horarios, o de otras situaciones que lo impidan desde un punto de vista lógico? ¿ha de comer chocolate siempre que se le antoje? ¿puede ver el DVD durante las horas que le vengan en gana? ¿Tiene ella la capacidad de decidir a qué hora acostase? Soy consciente de que algún día (más pronto que tarde) todas las respuestas a estas cuestiones serán afirmativas, y hoy mi gran preocupación es poder ofrecerla una educación a todos lo niveles que haga que sus elecciones futuras le sean lo más satisfactorias posibles dentro de la escala de valores que ella misma desarrolle.

Y Europa me recuerda mucho a Naiara. Los responsables de su desarrollo (digamos los políticos, elegidos democráticamente por todos, o sea, que todos somos un poco padres) han diseñado no un futuro, que al igual que Naiara, decidirá ella misma, sino una forma de llegar a él en las condiciones más óptimas posibles. Y para ello han optado por una postura que considero intermedia, de “ni para ti, ni para mi”, o quizás “un poco para ti y un poco para mí”, una postura que a ojos de los extremos de cualquier signo se queda corta por diferentes motivos. Unos quieren poner límites muy estrechos y otros pretenden que prácticamente no los haya. Unos quieren “abortarla” y otros quieren decidir qué va a ser de mayor. Unos no creen en su futuro y otros sobredimensionan sus capacidades actuales.

Por otro lado tenemos que algunos de los países que conforman la Unión se encuentran en una etapa de desarrollo más avanzado que el resto, siguiendo con el paralelismo, podríamos decir que se encuentran en ese momento de rechazo de la autoridad, de contestación permanente, de castigo indirecto. En la etapa más difícil de la evolución humana, esa en la que crees que estás preparado para comerte el mundo y que “los mayores” solamente sirven para entorpecer tu camino.

La educación y el diálogo es lo ideal en todas estas etapas, pero también los límites claros. Ha de ser consciente de que se hace todo por su propio bien y que su voluntad cuenta siempre que entienda la globalidad de las decisiones, ha de comprender que el camino es largo y en este viaje la paciencia siempre tiene recompensa. Hemos de hacerle ver que su evolución, pase lo que pase, será para llegar a buen puerto, que ha de estar preparada para crecer, para experimentar cambios –tanto físicos como intelectuales- propios del paso del tiempo y de la experiencia acumulada, ... pero también hemos de prepararla para que comprenda que en el camino irá perdiendo los dientes que tanto daño le hicieron mientras salían (aunque después salgan más), que se le romperán juguetes (incluso sus favoritos), que puede sufrir algún accidente (y llevar algún tiempo el brazo en cabestrillo), que tiene que estar preparada ante -los más que probables- desengaños, hemos de prepararla incluso para el hecho de que algunas partes de su cuerpo no le acaben de gustar sin que ello le suponga un trauma y que sea capaz de aceptarse ... ¡hay tantas cosas a las que se enfrentará!.

¿Paternalismo? Quizás haya algo de esto, pero ¿creen de verdad que puede haber una educación que se decida de forma asamblearia?

Algunos pretenden priorizar aspectos que para la globalidad son nimios o secundarios en el mejor de los casos y a los que, lo que les sobra de razón les falta de paciencia y posiblemente de objetividad en los planteamientos de partida ¿tiene sentido que discutamos su madre y yo por si tiene que aprender natación, música, pintura o bailes regionales? Lo ideal es que se llegue a todo, y todo llegará en función de los medios y las capacidades. Se ha hablado mucho del reconocimiento de identidades, sin atender a que, si las lleva dentro –y es un hecho que así es- saldrán con toda su fuerza cuando esté preparada, es innato y son consustanciales. Su no consideración como problema ya es en sí una garantía de desarrollo futuro si ha de llegar. Otros la quieren apartar de cualquier contacto con lo que consideran “agentes contaminantes” (sin darse cuenta de que no todos son dañinos y que algunos de estos son tan necesarios que el propio cuerpo los incorpora como parte de sí mismo, como elemento inmunológico). Otros quieren asegurar la independencia de cada uno de sus órganos vitales, un imposible a todas luces, ya se encargará ella de no dañarse a sí misma ni de extirpar ningún órgano valioso. Otros quieren no perder privilegios, sin darse cuenta que la gran pérdida es no estar unidos y en ese caso ¿es más importante el pié que la mano, el sistema nervioso que el óseo? ... siempre dependerá de para qué, pero todos son imprescindibles.

Quizás los responsables, enfrascados en conseguir lo mejor para ella –sobre esto no tengo ningún tipo de duda- han dejado un poco de lado su educación y han desatendido algunas peticiones de cariño y de autoafirmación que necesitaba, pero eso es algo fácilmente corregible si existe voluntad.

Cuidemos y eduquemos a esta Europa para que no nos salga una niña mimada, egoísta y caprichosa, una niña insolidaria que se considere por encima del bien y del mal, una niña acostumbrada a que todo se lo den hecho y que no comprenda el valor de las cosas, una niña que lo quiera todo y que lo quiera ya, una niña que solo sepa jugar con otros cuando es ella “la jefa”, ... No, yo quiero una Europa culta, solidaria, saludable, inteligente, firme, esforzada, que sepa trabajar en equipo, que sea capaz de ponerse en el lugar de otro y comprenderlo, orgullosa de sí misma pero abierta al diálogo ... en definitiva, hoy por hoy no me gustaría que se pareciese a su prima americana.

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