Me sorprende, y me preocupa, lo que está pasando alrededor de las víctimas del terrorismo ... y lo siento por ellas.
Creo que van por el camino equivocado, creo que se están atrincherando en las formas, creo que han dejado en un segundo plano su misión última como organización y considero que esto les pasará factura –no a través de represalias del gobierno, sino desde la propia sociedad española- y como dice un antiguo proverbio, no es conveniente correr cuando has cogido la dirección equivocada.
Considero que las víctimas han sido secuestradas. Han sido secuestradas por un partido político y por algunos medios de comunicación. Y han sido secuestradas por una facción de ellas mismas que podríamos denominar el Ala de Víctimas Talibanizadas (AVT a partir de ahora) que se han erigido como la voz de todas ellas, autodotándose de la capacidad para decidir quiénes son los buenos y los malos, y enfrentándose en primer lugar –como no podía ser de otra manera cuando lo que busca es el monopolio- con otras víctimas. Y, en lugar de darse cuenta de ello, en lugar de proteger lo más sagrado que tienen ante la sociedad, que es su imagen y su nombre, se lo han vendido al primero que les ha regalado los oídos, sin darse cuenta de que, el precio a pagar por el apoyo será demasiado alto. Sin darse cuenta de que, desde ese mismo momento, están prostituyendo su propio nombre.
Mucho se ha hablado de que la votación en el Congreso sobre el diálogo con los terroristas de ETA había cambiado las mayorías, pasando de un 80% a un 60% -no se las cifras exactas, pero por ahí andan- ¿alguien ha reparado en que las víctimas han pasado de tener un 99.9% del respeto de los españoles a un, pongamos en el mejor de los casos, el 60% y bajando? ¿No hay nadie en esa organización que se de cuenta del peligroso camino que han tomado?
Otro aspecto curioso que me confirma la teoría del secuestro, y que según los psicólogos aparece en muchos estos casos, es la manifestación cada vez más clara del llamado Síndrome de Estocolmo a través de una entrega sin condiciones a la causa de sus secuestradores, ya sea en el ámbito que les compete por sus objetivos como organización –lo que entraría dentro de la lógica-, como en aquellos que se les escapa a sus competencias como tal (modelo territorial del estado, pactos políticos al margen de la lucha antiterrorista, elaboración de los nuevos estatutos de autonomía, ...)
Yo era de los que les apoyaba incondicionalmente, era de los que creía firmemente en su causa y era capaz de partirme el pecho con cualquiera por defenderles. Hoy me cuesta, al igual que a muchas de las personas que conozco, no identificarlas con un partido con ideas y propuestas políticas con las que no comulgo. Hoy me cuesta distinguir sin suspicacias sus objetivos últimos. Deberían preocuparse. Deberían velar por la sostenibilidad de su organización. Deberían ser ellos los primeros que defendiesen la idea de que “el fin no justifica los medios”.
Creo que cada vez se encuentran más cerca , como organización, de una secta que de una ONG y eso es peligroso, en primer lugar, para ellos mismos.
Lo siento, como apuntaba al principio, porque muchos, a la larga, serán dos veces víctimas.
9.6.05
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