22.2.06

Panorama

Mientras nosotros nos miramos el ombligo, los que se encuentran inmersos, entienden y manejan la globalización nos dan lecciones de cómo hacer las cosas. La otrora famosa picaresca española no vale para un mundo sin fronteras. Nos hemos despertado y comprobamos que ni los chinos son fáciles de engañar como nos enseñó el dicho popular. Pero algunos se muestran contentos de haber ganado una gran batalla: las facturas de la luz y el gas no se nos enviarán en catalán.

Y en esta vorágine de pedir más arnica iniciamos una carrera cainita por buscar culpables entre nosotros mismos, sin darnos cuenta de que todos y cada uno, sin excepción, somos parte del problema. Todo por culpa de unos complejos que el anterior presidente nos aseguró que ya no nos tendrían que preocupar porque habían sido superados. Pero los sueños, sueños son y el alba ha sido terrible para algunos al tener que volver a esconderse de sus viejos miedos.

Las minorías mandan, porque saben aprovecharse de los vicios ocultos de las mayorías, y ante casos como el affaire de las viñetas de Mahoma, al país del “mecagüendiós” le pillan con el pie cambiado y no sabe qué pensar: defender aquello por lo que ha luchado o los intereses de aquel que no comparte sus valores ("pero que respeta, eh?" en otro claro ejemplo del cinismo al que nos ha empujado la corrección política). El país se paraliza a la espera de la consigna política del grupo afín para .... ¿sopesarla? .... no, defenderla a muerte y sin hacer preguntas.

La nueva solidaridad está personificada en el Ala de Víctimas del Talibanizadas (AVT), que ya no reclama que no haya más verdugos, sino venganza para con los que en el mundo han sido, o en nuestros clérigos, que ataviados con su negro uniforme se lanzan a las calles reclamando que el aprendizaje de la "religión verdadera” puntúe en los expedientes de nuestros futuros comunicadores, genetistas, biólogos, filósofos y todo tipo de currelas (claro, que no podemos compararlas con las que por los mismos motivos y con la misma puesta en escena se organizan en Teherán, porque allí las mujeres van con velo y aquí apenas lo utilizan las que sufren de alopecia a causa de la quimio).

Mientras, en la sociedad de la imagen, algunos se parapetan detrás de la radio para no mostrar su camisa azul al tiempo que anuncian el apocalipsis si en España no vuelve a amanecer, a lo que miles de ciudadanos responden cual oyente despistado de “la guerra de los mundos” saliendo a la calle cada mañana y mirando al sol de cara con una extraña mezcla de desasosiego y tranquilidad (disimulada) ya que ese día aún no ha llegado. Pero como apuntaba el maestro Forges, son todavía muchos los buitres que esperan con apetito y ansiedad la llegada de la gripe aviar por estos lares. Todo es bueno mientras sea carnaza.

Decía Adolfo Suarez que gobernar a los españoles era fácil, lo complicado era gobernar a los que los gobernaban, y aquí hay ya más jefes que indios. En el mientras tanto, nuestro Heracles particular, intenta domar el toro enfurecido por Pposeidón.

A todo esto, algunos, y aunque no lo parezca, no perdemos la esperanza.

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