Hace un año decidí alejarme temporalmente del intento de analizar la actualidad debido principalmente a lo repetitivo de ésta y a la presión que este motivo ejercía sobre mis pensamientos y reflexiones, y que me hacía volver sobre los mismos temas, con los mismos argumentos, para llegar a las mismas conclusiones. Con el nuevo año decidí retomar este blog, pero tras leer el último post volví a caer en una desgana temporal, un año después mantenía toda su actualidad y continuaba corriendo el riesgo de repetirme, los actores, las situaciones, los asuntos, los puntos de vista de los protagonistas, etc, no habían variado lo más mínimo. Pero ¿es que después de un año no había ocurrido absolutamente nada?
Tras varias vueltas a la cabeza, he acabado concluyendo que quizás ese último análisis fuese un marco (o parte de él) y no el reflejo de una realidad concreta. Todo evoluciona y el límite se encuentra precisamente en el lugar en que lo queramos colocar y por ese motivo seguimos ahí, nada ni nadie ha querido modificar esos límites. Nos encontramos bastante bien viviendo en este espacio conocido donde todos creen poder dominar la situación. ¿es bueno? Definitivamente no. Como uno de los ratones protagonistas de “Quién se ha llevado mi queso” tememos movernos más allá, debido al supuesto riesgo de perder eso que creemos seguro.
El problema: no hay líderes claros. Es difícil que sobresalgan actores individuales dentro de las estructuras establecidas. Los hooligans de cada una de las opciones se han vuelto cada vez más fundamentalistas y su proselitismo tiene un efecto cierto que hace crecer esa masa a la se que se le impide ver más allá de lo que marca la ortodoxia y el oportunismo. Los estrategas han relegado a los ideólogos y seguimos mareando la perdiz con los mismos conceptos, nadie sobresale salvo en el campo de la consigna (de ahí el papel cada vez más relevante de los medios y los opinólogos, los primeros para mostrar la realidad tintada con el color del cristal que más convenga a los segundos y a sus intereses, y éstos, para interpretarla adecuadamente de cara a hacer que esta visión continúe creciendo).
Pero estos golpes de efecto no tienen consecuencias entre las huestes de los adversarios, solamente sirven de carnaza para las propias tropas. Ello no impide que sí tengan una consecuencia perversa. La gran masa social a la que se trata de cautivar experimenta una sensación de rechazo hacia lo cansino de este juego, en el que llega un momento en que ya no divierte y ni siquiera entretiene. ¿y qué hacen los responsables cuando eso se hace patente? ¿buscan soluciones? ¿examen de conciencia? Nooooooooooo.
En primer lugar y como medida de choque, escarban entre las miserias del adversario para intentar adjudicarle la culpa en exclusiva del desaguisado y, una vez superado ese primer momento, encargan a los estrategas que continúe la fiesta a la que se sumará, en el mejor de los casos, un nuevo argumento para desarrollar esa “creatividad” en la consigna a la que me refería un poco más arriba.
Uno se acaba preguntando ¿seguro que están tan equivocados los consumidores de prensa rosa? Ya puestos a ejercer como mero espectador, hacerlo sobre algo que no tenga consecuencias –cualquiera que sea la trama y el final- directas sobre cada uno.
5.3.07
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